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Ellos cambiaron y nosotros también

La migración transforma profundamente los vínculos familiares y amistosos que se creían inquebrantables. Cuando un allegado emigra —o permanece en el país mientras otros parten— ya no se trata únicamente de distancia geográfica: se entran en juego procesos de cambio en formas de subsistencia, expectativas y principios. El ser humano es un animal en constante evolución, y tanto quienes se quedan como quienes se van experimentan adaptaciones que reflejan nuevas realidades existenciales.

Con el paso de los años, esa transformación comienza a expresarse en planos más profundos: en cómo se interpretan los desafíos sociales, las prioridades cotidianas e incluso los valores. Temas que antes parecían tener una base común, empiezan a verse desde ópticas distintas. Mientras unos han debido adaptarse a nuevas culturas que promueven la inclusión, la libertad individual o el respeto a normas impuestas por contextos ajenos, otros han desarrollado una mirada centrada en la resistencia, el pragmatismo o la urgencia. Así, lo que antes se conversaba con naturalidad hoy puede generar fricción o distancia emocional.

Estas diferencias no implican que unos estén “más avanzados” y otros “rezagados”. Simplemente han transitado rutas distintas que los han moldeado de forma única. La persona que emigró ha tenido que integrarse a sociedades con códigos nuevos, donde la supervivencia y la pertenencia pasan por el entendimiento cultural. Quien se quedó, en cambio, se ha visto obligado a resistir, a lidiar con contextos de crisis, a redefinir sus propios márgenes de normalidad. En ambos casos, las prioridades cambian. Y cuando esas prioridades ya no se alinean, los espacios de encuentro también se reducen.

Pero aunque las miradas diverjan, siempre existe una oportunidad de reencontrarse desde el respeto y la empatía. Comprender que la migración no es solo un viaje físico sino también emocional, ideológico y cultural, es un paso importante para reconstruir puentes y aceptar que el amor puede persistir, aun cuando las versiones de mundo ya no coincidan por completo.

El Inmigrante.

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